¿Qué tipos hay?
Existen principalmente dos tumores óseos malignos en la infancia: el osteosarcoma y el sarcoma de Ewing.
El osteosarcoma es el tumor óseo más frecuente en la edad pediátrica, en especial entre los 10 y 14 años. Se puede localizar en cualquier hueso, siendo frecuente que aparezca en la tibia y el fémur, cerca de la rodilla.
El sarcoma de Ewing es el segundo tumor óseo más frecuente en niños y ocurre en edades algo más tempranas. Puede afectar a cualquier hueso, en especial a la pelvis y las extremidades inferiores.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas más frecuentes son dolor y aumento de tamaño de la zona afectada (se nota un bulto). El dolor suele ser intermitente y no muy intenso. A veces se diagnostica tras una fractura del hueso afectado, por estar este más débil.
Los pacientes con sarcoma de Ewing avanzado pueden presentar también fiebre y afectación del estado general.
Diagnóstico
Para diagnosticar, el especialista examinará al paciente, realizará una entrevista detallada a sus padres para obtener sus antecedentes médicos y solicitará radiografías para detectar cualquier tipo de cambio en su estructura ósea.
Es posible que también solicite otras pruebas, como una resonancia magnética del área afectada, que permitirá encontrar la mejor área para tomar una biopsia e indicará si el tumor se ha extendido del hueso a los músculos y al tejido adiposo (grasa) circundante. La biopsia de puede obtener cortando o raspando un pequeño fragmento del tejido afectado o bien extrayendo la muestra mediante aguja y jeringuilla.
¿Cómo se tratan?
El tratamiento inicial suele ser con ciclos de quimioterapia intensivos que requieren el ingreso en el hospital. Posteriormente se realiza cirugía, siempre que sea posible, y en ocasiones se utiliza también la radioterapia para el control del tumor primario y/o de las metástasis.
Tras la cirugía, se consolida el tratamiento con más ciclos de quimioterapia y, en el caso de los osteosarcomas, también con terapia biológica (estimula o inhibe las defensas del cuerpo para ayudarlo a combatir el cáncer, las infecciones u otras enfermedades.
Es importante el seguimiento de estos pacientes por el riesgo de recaídas y por los efectos secundarios del tratamiento a largo plazo.